EL JUEZ INTERIOR

A menudo el juez interior nos lleva a censurar nuestras emociones, reprimirlas, decidir que cosas están bien y que cosas no podemos, ni debemos sentir y a exigirnos ser del modo en que pensamos que es lo correcto ser.
Este juez interior, anula nuestra verdadera esencia y nuestra verdadera naturaleza y se proyecta sobre los otros, eligiendo por ellos, actuando por ellos y decidiendo por ellos lo que les conviene o no les conviene hacer a los demás.
El juez interior y el juez exterior, son el opuesto a la aceptación de lo mío y de lo de los demás y al reconocimiento de mis verdaderos sentimientos y de los sentimientos del otro.
El juez interior me desconecta. El juez exterior me pone por encima de los otros, no de igual a igual. El reconocer y aceptar lo que hay en mí y hay en el otro, me conecta y me llena de luz. Cuesta sentirlo, pero cuando estás anulado, frío y casi sin emociones, ni pensamientos, ni deseos, es posible que estés siendo poseido por la máscara de tu juez. Este juez puede ser antiguo y tener que ver con creencias y pensamientos transmitidos por tus padres o por personas significativas de tu vida. Dejar de escuchar estas creencias antiguas, puede suponer un gran avance.
A menudo, estar en el juez, es debido a un miedo a ser uno mismo, a que nos hagan daño o a que los demás no nos necesiten. Podemos estar actuando desde el juez para protegernos y acercarnos a los otros. Puede ser el único modo en que sabemos hacerlo, pero con el tiempo, uno entiende que es mejor hacerlo desde la comprensión y no desde el juicio. Ánimo!

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