Vida de una terapeuta

A veces, los terapeutas, cuando no viene un paciente, abandona, se retrasa, se adelanta, está en silencio, no avanza o no va por dónde habíamos pensado, nos sentimos frustrados. Esta frustración se debe, en muchos casos, a que a nivel inconsciente se mezclan problemas personales del terapeuta con temas que el paciente está tratando en su proceso terapéutico. Es necesario entonces, dejar de luchar con el paciente y aprender a acompañarlo y tolerarlo con sus avances, retrocesos, defensas y ataques. En terapia hay que fomentar los objetivos y no las expectativas. A veces la baja tolerancia a la frustración, tanto del paciente, como del terapeuta, se debe a experiencias de miedo y de abandono, sentidas al no conseguir aquello deseado. Esto produce un miedo existencial, por lo que hay que proporcionar una sensación de seguridad en la relación terapéutica, que pueda vencer la frustración, aprender a tolerarla y manejarla adecuadamente en la vida. Frustrar demasiado a un paciente es sadismo,