LA PERSONALIDAD ABANDÓNICA




INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS DE LA PERSONALIDAD ABANDÓNICA:

Voy a introducir el trabajo con la definición de las personalidades abandónicas según el autor Daniel Dufour (2010), para luego continuar con los autores Guerra Cid, Guex y Guerrero, haciendo un análisis tanto del origen de este tipo de problemáticas, como del curso, desarrollo y psicoterapia que se podría aplicar a casos de estas características.
Con respecto a mis clientes, much@s de ell@s se han sentido abandonadas en la infancia. En concreto muchas de ellas han sido criadas por sus abuel@s y  tienen dificultad  para dejarse sentir y suelen tener relaciones de dependencia con miedo a romper y sin saber exactamente qué sienten.
También hay hombres muy absorbidos por sus madres con dificultades para sacar su hombría y relacionarse con éxito y otros muchos con miedos al rechazo y al abandono.

DEFINICIÓN:

La palabra «abandono» es de origen germánico y significa «al poder de» El verbo «abandonar» significa también dejar, dejar de ocuparse, rechazar, excluir, apartar, repeler, echar… La definición de «abandono» según el Petit Larousse illustré es: «Hecho de encontrarse desamparado, desatendido ».Sentirse abandonado por el marido, la mujer, el hijo, la madre, el padre, la comunidad o los amigos, significa sentirse aislado, dejado a su suerte.
Es importante subrayar, según Dofour,  que este sentimiento no es una emoción y, según como sea la persona, se llevará más o menos bien. Cuando se lleva mal, el sentimiento de abandono se traduce en una serie de manifestaciones físicas y psíquicas que pueden ir desde la simple sensación de tener el corazón encogido a ansiedad, o de una depresión a agresividad. Pero lo que predomina, sobre todo, es la renuncia a uno mismo y el repliegue en uno mismo. Ésta, aunque no sea más que una manera de ver las cosas debido a la mente, provoca que la persona que se siente abandonada deduzca que no es digna de ser querida. Muy a menudo sucede que el recuerdo de ese primer episodio ya no es consciente en la persona que sufre de abandonitis.
También es muy corriente que la persona considere «normal» aquel episodio traumático y no necesariamente lo asocie con un abandono de verdad. Lo que hace es olvidar rápidamente o negar el trauma inicial minimizándolo o normalizándolo. Finalmente, es muy frecuente que la persona que sufre de abandonitis considere que lo que siente es totalmente desproporcionado en relación con lo que vivió.
Daniel Dufour cita el caso de Virginia que cuando nació, a su madre, que se había puesto enferma, la tuvieron que alejar de ella para evitar que la contagiara. Así que a Virginia la metieron en una incubadora. Será tirando del hilo de sus emociones, en vez de fiarse de su mente, como conseguirá remontarse a ese acontecimiento traumático inicial y, sobre todo, reconocer la ira que éste le generó. Vamos a ver lo importante que es este planteamiento.
Virginia, al sentirse tan iracunda, dijo inmediatamente que no tenía derecho a estar enfadada con sus padres, que no podía hacerlos culpables de lo que había sucedido, que tal vez aquello fue lamentable, pero que formaba parte del pasado y que sencillamente lo que tenía que hacer era olvidar y punto. Sin embargo, al permitirse sentir y expresar la emoción ligada a aquel acontecimiento, Virginia pudo volver a mantener relaciones con serenidad y curarse de la abandonitis que padecía.
Pero aunque un niño no sufra violencia física, si es rebajado con regularidad, tratado de imbécil o ninguneado por sus padres, desarrollará el sentimiento de que no vale nada y que no tiene derecho a ser querido. Se sentirá inútil.
Lo mismo le sucede a un niño desamparado o ignorado por sus padres. En estos dos últimos casos, no hay maltrato físico propiamente dicho, pero el maltrato psíquico sí existe y se acaba pensando que los padres hacen bien en alejarse de él, en apartarlo del círculo familiar, rechazarlo y excluirlo. Ése es el caldo de cultivo del futuro abandónico.
Los hijos de madres que no los desearon, o que no supieron transmitirles su amor in utero, están expuestos a muchos más riesgos de padecer trastornos emocionales y físicos que los que fueron traídos al mundo por madres que los deseaban. Los médicos que trabajan con la regresión llegan a conclusiones parecidas:
«El feto puede sentir la falta de vínculos afectivos y de amor de su madre mucho antes de nacer», afirma Ingeborg Bosch citado por Dufour.
En mi criterio una personalidad abandónica sería una persona que tiene miedo de ser abandonada. Este temor se podría manifestar de modos distintos, por ejemplo, siendo muy posesiva o agresiva siempre que hay indicios o sencillamente presupone que la van a dejar de lado o bien del modo contrario, no teniendo ninguna relación para evitar sufrir.
En la actualidad siento que predomina el abandónico negativo, tal como definió Guex, pues cada vez más a menudo las personas nos refugiamos en nuetras individualidades para no tener que sentir, ni tampoco sufrir.
Esto lleva a mayores dificultades, pues tal y como señala Guex, el abandónico positivo, que se esfuerza por salir y relacionarse aún a pesar de sus temores, exigencias y miedos, sabe amar más que la persona que se encierra en si misma y por tanto los primeros tienen mejor pronóstico que los segundos.
Internet y las nuevas tecnologías, la competitividad, la crisis y la ambición generan cada vez más personas egocéntricas y egoístas, con temores a relacionarse, celos y envidias. En este clima de desconfianza, todas las iniciativas que generan que la gente se relacione y se apoye, pueden ayudar a mejorar la felicidad colectiva y el bienestar individual.
Es notable el aumento de gente que hoy en día se dedica al yoga, la meditación, salir a la naturaleza, vivir de otras formas que nos redescubran como animales tribales. Yo misma estoy acudiendo ahora a unos cursos de sexualidad en los que al final la gente se desnuda y se abraza y se toca y siento que muchos de nosotros, sólo abrazamos y tocamos en el curso y luego en la vida personal nos es difícil contactar y relacionarnos, por miedo al rechazo y a nuestros propios impulsos que son censurados y reprimidos, causando graves problemas.

AFECTOLOGÍAS DISTINTAS, NEUROSIS DE ABANDONO, ANGUSTIA,  AGRESIVIDAD Y MASOQUISMO

Para Guerra Cid (2006),  existen diferentes afectologías del amor, entre las cuáles están el amor compulsivo y el temor al abandono. Como cita el mismo autor en su capítulo sobre desórdenes amorosos, según Adler (1917), “Un niño tratado sin amor tendrá siempre la premisa de que todos le tratan sin amor hasta la vejez, por ello justifican su posición ante la vida como consecuencia de esa falta de amor.
En concreto la neurosis de abandono según el citado autor, es una reparación de las situaciones de desafecto vividas en la infancia y la pubertad a través de relaciones de pareja o de cualquier otro tipo, en las que se busca al padre, a la madre, al hermano o cualquier otra persona significativa de la infancia de la que no se obtuvo el afecto necesario.
En este caso las personas pueden reaccionar con violencia cuando el objeto de amor desaparece. Para el autor, Freud en su clasificación psicodiagnóstica  de núcleos básicos de personalidad, la personalidad abandónica se relaciona con la melancolía o con los cuadros depresivos de hoy en día.
Sin embargo para Guerra Cid, la neurosis de abandono tiene más que ver con la definición de Guex (1950), en la que el abandónico es un sujeto que muestra una gran necesidad de afecto (consciente o inconscientemente), junto con un gran temor, casi obsesivo, a ser desatendido o dejado de lado por las personas que le dan cariño, lo que se traduce en ansiedad elevada y en fobia a la soledad.
Aunque la persona fuera atendida en la infancia, si ella tiene la sensación de que no lo fue, muestra igualmente neurosis de abandono. El abandónico de hecho, lo achaca todo a su mala infancia y lo manifiesta en su desilusión por la vida, su pasividad y sus exigencias a los demás, en una especie de autocompasión que evita así la responsabilidad y el crecimiento personal. De hecho, según el mencionado autor, la personalidad abandónica no recuerda, ni integra los aspectos positivos de su infancia y de su familia de cara a poder seguir perpetuando una dinámica victimista y traumática que los terapeutas a veces nutren, en lugar de fomentar una actitud de respeto y de agradecimiento hacía la familia de origen, que permita eliminar rencores y pesares y caminar confiados hacía las propias decisiones y el propio camino.
Los síntomas que más se observan en el abandónico son la angustia (hacía las relaciones y hacía la posibilidad de un abandono)  y la agresividad (exigencias acerca de ser amado,  masoquismos o pasividades).
La angustia viene de la excesiva necesidad de encontrar seguridad y la agresividad es reactiva a situaciones de privación afectiva que se reviven en cada relación.
En la manifestación agresiva puede darse la identificación con el agresor, que lleva a la persona a comportarse de manera negligente para compensar su sufrimiento y que los demás sufran como él lo ha sufrido.
En la exigencia de ser amado, la persona utiliza pruebas para comprobar si el otro adivina nuestras verdaderas intenciones, le gusta hacerse de rogar y aún así, puede considerar que no es suficiente y cortar con relaciones de entrega y amor.
También otra de las manifestaciones de la exigencia es el desconocimiento de la intencionalidad, la desconfianza hacía el otro. Siempre el otro, haga lo que haga, es un potencial abandonador.
También existe agresividad en la demanda del absoluto del otro, de que el otro comparta absolutamente todo su ser con la persona.
En las agresividades pasivas, hay una actitud de pasividad que espera que le caigan las cosas del cielo y que le lleva a desarrollar un complejo de inferioridad para eludir retos y percibir atenciones. Hace ver a los demás como responsables de sus males. El ser humano implica sufrimiento, lucha y riesgo.
La escasa valoración de la persona abandónica, puede llevarla a sobrecompensar manifestándose como una persona sólida y firme, mostrando un falso self por el miedo al rechazo, pero que se sostiene en unas exigencias o en una pasividad insoportables.
Para Balint (1986) citado por el mencionado autor, la falta básica del sujeto estará en épocas de desarrollo primitivas, donde las necesidades tanto biológicas, como psicológicas no fueron satisfechas.
Otra forma de mostrarse es a través de una actitud sumisa o masoquista, una forma pasiva de actuar que lleva a no tomar decisiones, no apostar corriendo riesgos y no afrontar responsabilidades.  El masoquismo del abandónico, es según Odier (1984), un masoquismo afectivo, un poner a prueba para comprobar, brotes de angustia o de desesperación, fantasías masoquistas o tendencias autodestructivas basadas en la desconfianza hacía el otro.


NEURÓTICOS NEGATIVO-AGRESIVOS Y POSITIVO-AFECTIVOS

Para Guex (1950), el abandónico es aquel que considera todo y a todos, comenzando por sí mismo, desde el punto de vista del abandono vivido o temido, independientemente de si existieron o no motivos para creer en la carencia de cuidados parentales adecuados.
Para Guex el abandónico espera más todavía del terapeuta, tienen bastante conciencia de su avidez afectiva y conocen que carecen de confianza en sí mismos a causa de su necesidad de amor insatisfecho con un estado de inseguridad afectiva.
Guex explica el motivo de la agresividad pasiva, como un estado infantil de irresponsabilidad para tener dominio sobre los demás haciéndolos depender de sus necesidades, como desplazamiento al castigo de las faltas cometidas por los padres.
Para Guex existen dos tipos de abandónicos, el negativo-agresivo y el positivo-afectivo.
En el negativo-agresivo, se paraliza el impulso a la vida justificándose en la obesión por el pasado, las frustraciones, los vacíos, los fracasos.
Los abandónicos positivo-afectivos, se prodigan en el sentido de sus necesidades, con inquietud y no sin exceso. Este tipo no se encuentra tan desvalorizado como el anterior debido a que es más consciente de sus posibilidades y de sí mismo, es generoso, vuelto hacía el prójimo, capaz de devoción. Sin embargo, la simpatía puede llegar al extremo opuesto de la tiranía, convirtiéndose el proceso reparador en medio de venganza.
El abandónico en su no valoración, tiene tendencia a juzgarse y a juzgar a los otros desde el exterior, ateniéndose a factores aparentes. La sobrevaloración de los otros engendra la tendencia de compararse con los otros.


LOS TEMORES DEL ABANDÓNICO Y SU TIPOLOGÍA

Para Guex, los temores del abandónico son:
-Miedo a mostrarse como uno es.  El miedo a decepcionar, aburrir, cansar y dejar de crear simpatía. El abandónico duda de que pueda amársele tal y como es, pues ha tenido una cruel experiencia de abandono cuando de pequeño y con naturalidad de ofrecia a la ternura de los demás, lo que les ha llevado a pensar que no merecen que se les ame.
-Miedo al riesgo afectivo: Ve el riesgo en todas partes y desconfia sin cesar y se pone en guardia, no se atreve a vivir.
-Miedo a la responsabilidad: No se compromete con nada y se sienten impotentes ante sus propias responsabilidades y las ajenas.
El abandónico tiene una noción vaga, incoherente y falsa que duda entre si mismo y sus excesivas ambiciones.  Una falta de respeto e interés por sí mismo, que le llevan al descuido. Un masoquismo autodestructor.
Como medidas de protección del abandono, la persona puede reprimir toda su agresividad y ser incapaz de tomar conciencia de algún tipo de sentimiento de odio, dejar para no ser dejado, destruir para no tener que perder.. incluso se puede pensar en la muerte como esperanza y sed de absoluto, aguardando en ella todo lo que la vida les rehusa.
Para Guex la estructura abandónica es de tres tipos, el tipo abandónico elemental o simple de regulación bioafectiva, el tipo abandónico complejo estructurado en función de las necesidades primarias de seguridad y el abandónico mixto que es una mezcla de los dos anteriores.
-Abandónico elemental o simple con sistema de regulación bioafectiva: hay una primacía de la afectividad sobre la sexualidad, ligada a la seguridad. Su yo es casi inexistente y su vida instintiva está sometida a la seguridad de defenderla.
-El abandónico complejo tiene integrada la experiencia, dando origen a un yo ideal, con sufrimiento, obligación interior a identificarse, sentimientos de impotencia para hacerlo y angustia.
-El abandónico mixto, en los periodos en que el sujeto carece de seguridad, predomina el elemento abandónico, si su yo se estabiliza y se afirma, reaparece el material edípico. 

La estructura de la neurosis de abandono se basa en los siguientes síntomas según Guex:
1-Neurosis de abandono y otras neurosis:
-La angustia, su naturaleza y su forma.  Es la angustia primaria por excelencia, ligada a la incapacidad del niño de satisfacer sus necesidades y defenderse de las amenazas del mundo exterior.
-Estados libidinales:
Oralidad y analidad: Hay una relación innegable entre el tipo positivo-afectivo y el carácter oral y el negativo-agresivo y el carácter anal.
-Fase fálica: Problema de la castración (miedo a perder el amor al mostrar virilidad o femineidad, culpa), haciendo que la vida instintiva carezca de fuerza en relación a la extrema exigencia de necesidad de seguridad afectiva y de amor.

2-Neurosis de abandono y estados psicóticos:
-Interpretaciones masoquistas en la neurosis de abandono y paranoia: Los delirios de la paranoia comunes en los abandónicos negativo-agresivos, tienen que ver con traición, frustración, abandono
-Ausencia de contacto verdadero con los demás, replegamiento sobre si mismo y estado esquizoide: Egocentricos, replegados en si mismos, incapaces de impulsar sus acciones afectivas hacía la verdadera intimidad, temen entregarse y perder su independencia.
-Defecto en la estructuración del tipo simple y estado constitucional débil: La ausencia de orden, de cohesión, de capacidad para elaborar

ETIOLOGIA DE LA NEUROSIS DE ABANDONO:

Las causas iniciales de la neurosis de abandono corresponden a:
-La constitución del niño. Con potente afectividad con predominio de necesidades afectivas. Necesidad posesiva intensa respecto a los seres amados, intolerancia a la privación, a la ausencia, a compartir. Marcada tendencia a la ansiedad. Todo aquello que amenace su ambiente afectivo, desencadenara su desesperación o su rebeldía. La seguridad se desploma con la misma rapidez con que se construye. Trastornos digestivos como la enteritis, vacío, debilidad, dependencia, diarreas, necesidad de cuidados y de amor
-La actitud afectiva de los padres. Cuando los padres explican al niño los motivos de sus sentimientos de frustración y angustia, se adapta mejor a la realidad sabiendo que no es un problema de adaptación afectiva. Si no se le explica, el niño puede interiorizar que no es digno de ser amado y que el tienen la culpa de que no le quieran y de no poder querer pq es malo. Si los padres no estimulan un sentimiento de seguridad, de confianza en si mismo y en los padres, de autoestima y de valor hacía el niño, se producirán problemas con la seguridad. Así padres carentes de afecto o duros  suscitan la inseguridad y los que son afectivos y comprensivos pero víctimas de ansiedades y miedos produen angustias.
-Los abandonos traumáticos. Son aquellas neurosis que comienzan con la interrupción de estados tranquilos y naturales.
-Otros traumas, toma de drogas, alcohol, ambientes sociales o familiares desestructurados que pueden desencadenar sintomatología abandónica.
En el caso del trastorno límite de la personalidad Paris (citado por Guerrero), habla de una perspectiva etiológica multidimensional en la que pueden haber factores de riesgo biológicos (que lleven a mayor impulsividad e inestabilidad afectiva), factores de riesgo psicológicos (pérdida, trauma, fracaso parental) y factores de riesgo sociales (desintegración social y familiar).


TRASTORNO LÍMITE COMO TRASTORNO INDEPENDIENTE DE PSICOSIS Y NEUROSIS, SUS RASGOS ABANDÓNICOS:

  Guerrero en su libro sobre personalidad límite describe la evolución desde la consideración del trastorno límite como una alteración perteneciente al espectro esquizofrénico, pasando por su estimación como algo sin entidad definida a caballo entre la neurosis y la psicosis, hasta llegar a su clasificación como trastorno independiente de la personalidad en el DSM-III.
Así los síntomas del trastorno límite de la personalidad que corresponden al DSM serían los siguientes: Miedo al abandono. Relaciones interpersonales intensas e inestables. Alteración de la identidad. Impulsividad. Conductas suicidas o autolesivas. Inestabilidad afectiva. Sentimientos de vaco. Ira. Pérdida de juicio de realidad. Episodios micropsicóticos. Presentación polisintomática
Para Guerrero, la organización fronteriza se caracteriza por falta de autenticidad, depresión, agresividad e impulsividad, tendencia sexuales perversas, contacto con la realidad alterado, angustia, labilidad o debilidad del yo, dificultades en el proceso de vinculación y en las conductas de apego, invasión del proceso primario en el secundario, fracasos funcionales, funcionamiento defensivo a través de (escisión, negación, idealización y devaluación, omnipotencia, identificación proyectiva), presencia de un SUPERYO primitivo que destruye lo bueno y constituye una amenaza para disfrutar del placer y establecer la alianza terapéutica, coexistencia de parte psicótica y no psicótica de la personalidad y predominio de sentimientos de vacío y abandono por falta de constancia del objeto o falta de memoria evocativa.
En resumen para Guerrero el trastorno límite se caracteriza fundamentalmente por la inestabilidad emocional, el temor al abandono y los sentimientos de vacío, que tiñen la forma que tiene la persona de ver e interactuar con el mundo, afectando el funcionamiento social, laboral, afectivo e interpersonal del sujeto.


ESTUDIO HISTÓRICO DEL TRASTORNO LÍMITE DE PERSONALIDAD:

Para Kernberg, citado por Guerrero, el carácter es la organización dinámica de los patrones conductuales del individuo, manifestación conductual de la identidad del yo, determinada por la integración del concepto de sí mismo y de los otros significativos. En concreto las personalidades abandónicas estarían en los trastornos de nivel inferior, donde las relaciones objetales están pobremente integradas, la culpa muy disminuida, la filtración del pensamiento primario y los mecanismos primitivos. Son trastornos caracterizados por la difusión de la identidad, no se ha logrado una constancia objetal, no se perciben objetos totales, sino sólo idealizados o desvalorizados, hay un desarrollo excesivo de la agresión junto con el uso masivo de la escisión como mecanismo de defensa. Hay dificultades en las relaciones íntimas, el superyo es arcaico y no está integrado lo que se traduce en falta de metas en la vida, incapacidad de sublimar, poca persistencia y creatividad en los trabajos, contaminación de la líbido con la agresión incluyendo tendencias perversas. 
Para Kernberg los pacientes borderline se comportan como si no hubieran tenido bastantes cuidados, se quedaron con la sensación de no haber sido suficientemente cuidados, debido a lo que tienen intensos deseos a lo largo de su vida y tienden a abusar del alcohol y de otras sustancias, pudiéndose observar también promiscuidad, cleptomanía, juego compulsivo y búsqueda de sensaciones.
Millon y Davis (1996) citado por Guerrero, remarcan la noción del círculo vicioso de la teoría de Wolberg en relación con la dinámica en la que se ve atrapado el niño futuro borderline, existe una ambivalencia entre el deseo de ser visto como un niño bueno por sus padres y la continua resistencia a obedecerles, esto provoca una mezcla de sentimientos de ansiedad y depresión con una búsqueda constante de confirmación de amor, con hipersensibilidad, rechazo anticipado a los demás, creciente sentimiento de fracaso personal, soledad y vacío; surgen proyecciones hostiles sobre los demás seguidas de arrepentimiento y culpa; comportamientos autolesivas o autodestructivos y aumento de ansiedad y depresión.
Para Bellak (1958), citado por Guerrero, en la historia de estos pacientes, se encuentran síntomas como una infancia carente de afectos, sobre todo interesados en sí mismos y en su aspecto físico; dificultad para relacionarse con otras personas, inconstantes en sus relaciones, incapaces de querer a otros, irritables y desconfiados, relaciones de dependencia con otras personas con actitud pasiva, quejas de síntomas numerosos y que se exacerban antes la separación de las figuras significativas.
Un factor etiológico que propone Khan es la presencia de una madre demasiado suficientemente buena que inhibe la agresividad del niño mediante cuidados excesivos de tipo obsesivo, esto hace que se restrinja la espontaneidad del niño, que no tenga ocasión de necesitar nada, formando un estado yoico afectivo desviado que se va gestando acumulativamente, así estos pacientes actúan en la vida aquello que los neuróticos es objeto de fantasías y de sueños.
Margaret Mahler (1971), situó el defecto estructural fundamental de la personalidad límite en la etapa de separación-individuación, más en concreto en la subfase de reacercamiento. El niño se alarma ante la posibilidad de que su madre desaparezca y a veces desarrolla una preocupación frenética por ella. En la forma adulta, los individuos no son capaces de tolerar periodos de soledad y temen el abandono de personas significativas.
Con respecto a la genética del trastorno Stone (1977), llegó a la conclusión de que los pacientes borderline parecen tener una pronunciada predisposición hereditaria a la enfermedad mental, observando que el perfil  diagnóstico de las enfermedades de los familiares se inclinaba hacía los trastornos afectivos alejándose de los esquizofrénicos
Para Balint (1968), cualquier tercer elemento que interfiera con la relación es experimentado por el niño como una carga, una tensión intolerable y un estorbo a su supervivencia como sujeto psíquico anhelante de exclusividad. En la base del sentimiento de soledad se encuentra un déficit evolutivo durante épocas de tensión, de retener en la memoria un objeto sostenedor y facilitador, debido a deficiencias reales en la aptitud de los padres para sostener y cuidar al bebé en los primeros momentos de su vida.
            Finalmente para Laplanche y Pontalis (1967), la neurosis de abandono designa un cuadro clínico en el que predominan la angustia de abandono y la necesidad de seguridad. Se trata de una neurosis cuya etiología sería preedípica. Al hablar de abandónicos hablamos de personas cuya vida psíquica está dominada por el problema de la seguridad afectiva y el temor al abandono, que no conciben mantener una relación, sólo fusionarse. Algunos de estos enfermos tienen conciencia de su avidez afectiva, pero en el caso de no tener conciencia y puesto que pueden ser sujetos adaptados en otras áreas, pueden despistar el tratamiento y al analista. Los componentes básicos de la neurosis de abandono son la angustia, la agresividad y la no valorización.
           

TERAPÉUTICA:

La indicación del tratamiento dependerá de la intensidad, del carácter del masoquismo, el carácter de la agresividad y la aptitud amatoria.
En los abandónicos de tipo agresivo-negativo el pronóstico es menos favorable y la duración del tratamiento es más prolongada.
Tecnicas:
-Análisis del yo y actitud activa: proporciona una clara conciencia de enfermedad. Valorizar los elementos normales que se dan en el comportamiento habitual del enfermo y que restituyen al abandónico de su sentimiento de poder y de responsabilidad.
-Aprovechamiento de la relación analítica, transferencia y nueva relación: La posibilidad de ser escuchado y comprendido sin ser juzgado y criticado, la posibilidad de decir todo y expresar todo sin provocar agresividad ni abandono con uniformidad, paciencia, perseverancia terapéutica, cuidado que se toma hacía su cliente, esfuerzo que el analizado aprecia como algo que no se consigue con dinero y cuyo valor y calidad no se anulan por el hecho de pagar el análisis.  Así las interrupciones en las sesiones son para el abandónico mucho más importantes y ocasionan la aparición de los mecanismos de defensa tales como agresividad, aislamiento, reacciones masoquistas y luego utilizar tales interrupciones como pruebas de realidad y como si se tratara de un niño conducirlo poco a poco a dar permisos al analista y pasar de una actitud captativa y agresiva a una actitud afectuosa y donante. En el caso del positivo-afectivo habrá que evitar que se demore en sentimientos de reivindicación que puede superar. El analista no debe tener temor a las fuerzas oscuras  afectivas a las que se enfrenta, si el cliente sufre por el momento de descubrir sus capacidades de amor, esta experiencia vale la pene que cueste. El aceptar regalos pero saberlos analizar (narcisismos, inferioridades, compensaciones, afectos).
-La crisis de la curación: Esta crisis se produce cuando el cliente está a punto de adaptarse a lo real, es decir, de renunciar a sus necesidades de venganza y de compensación del pasado, de renunciar a sus modalidades afectivas o exigencias infantiles, de renunciar al deseo de absoluto. Al analizado le parece que la vida sólo consiste en absolutos sacrificios. La liquidación de los móviles neuróticos lleva consigo un profundo desorden y una desafección de todo, ya nada tiene sentido, ni ejerce atracción, la vida carece de sabor, el analizado ha perdido su razón de ser y zozobra en una profunda depresión.
En este punto el analizado puede sentirse súbitamente envejecido, sin fuerzas. El analizado vive una especie de duelo. Las satisfacciones adultas que deben reemplazar a las infantiles se entrevén pero no se han experimentado todavía lo bastante. Hay que intentar que el enfermo aclare sus propias aspiraciones, permitirle que ose contemplar de frente aquello hacía lo qué tendería si no lo retuviera el temor, atendiendo a sus mecanismos de evasión para sostenerlo en la firmeza de un esfuerzo de adaptación a lo real, siendo una crisis de desarrollo y no una regresión.
-Fin del análisis: El desconocimiento de la crisis de curación puede hacer fracasar el análisis y agravar al enfermo por lo que hay que ser cuidadoso en finalizar el análisis. El término del análisis no debe seguir demasiado cerca la crisis de curación. El análisis ha de proporcionar una seguridad interior personal y una técnica útil para mantener o recobrar esa seguridad aún cuando está se vea amenazada en situaciones de la vida real. Se pueden espaciar progresivamente las sesiones. Habrá que dar información sobre los hechos siguientes:
-Realismo intelectual y afectivo que provoca consecuencias tales como ausencia y supresión de la pérdida, manifestaciones exteriores de los sentimientos y sentimiento mismo, cualidad y cantidad de los sentimientos, actos e intenciones..
-El progreso y la evolución del ser humano consiste en poder abstraer lo que sólo era captado de forma concreta.
-De la abstracción a la interiorización, se puede continuar poseyendo un sentimiento sin pruebas constantes de amor.
Pensar toda relación afectiva, hacer elecciones claras, conocer el valor y sentido de toda relación.
En ocasiones surgirán problemas como la interrelación de los modos de pensr infantiles y el comportamiento neurótico que lo mantienen en modos infantiles de pensar (pensamientos mágicos o intelectualizadotes) y que conducen a confusiones afectivas

PELIGRO DEL MÉTODO ANALÍTICO CLÁSICO EN EL TRATAMIENTO DE LA NEUROSIS

Cuanto más inteligente es el abandónico, mayor es el peligro de un análisis fracasado. El enfermo, al confiar en el análisis, asimila las teorías e interpretaciones clásicas, las pule y las emplea como racionalizaciones inatacables de sus conflictos afectivos. El abandónico sometido a un análisis clásico y cuyo nudo de angustia de abandono no ha sido suprimido se encuentra en conflicto con dificultades interiores acrecentadas.
En el capítulo primero de este no es un libro de autoayuda, se cita a Marcuse diciendo que los instintos básicos del hombre, dejados en libertad destruirían hasta lo que unen.
-Extremada oralidad de quien está siempre demandando y nunca tiene suficiente.a veces la educación mimosa de los niños pueden ser origen de necesidades constantes de seguir siendo el foco de atención y querer para sí todas las necesidades posibles.
-Analidad: Reflejada en la retención y posesividad de objetos o personas a las que quieren dominar y poseer. La pérdida de control sobre el otro  y el temor de ser abandonado y quedar indefenso y solo puede producir reacciones violentas en los maltratadores por ejemplo. En el caso de sujetos paranoides, siempre estarán pensando en que el otro tiene una intención oculta para llevar a cabo sus acciones o acercamientos, participando de la proyección de ellos mismos sobre los otros. Existiria entonces una neurosis obsesiva que va en dos direcciones, hacía el exterior (de forma sádica, exigencias y demás) o hacía el interior (reproches, autopunición.
-Impulso edípico: conductas competitivas y rivalizadotas, incluso de querer parecerse al terapeuta para adquirir solidez.

            CONCLUSIONES:

En conclusión la personalidad abandónica se conforma en base a heridas de la infancia, que no dependen tanto de la objetividad con la que se vivieron en la familia, sino del impacto emocional que causaron. Así en la actualidad se trabajan en muchas escuelas de psicoterapia el contacto con el niño interior para hacerse cargo desde el adulto de todas las heridas infantiles (Bradshaw, 1994).
Sin embargo también existen personas que desarrollan personalidades abandónicas debido a experiencias traumáticas en la adolescencia o en la época adulta, al igual que hay predisposiciones familiares a padecer trastornos emocionales y afectivos que generen personalidades abandónicas.
Los rasgos abandónicos se observan tanto en neuróticos, como psicóticos y como trastornos de personalidad de tipo límite. Para Guerrero, puede haber una oscilación entre las tres manifestaciones del problema del abandono y Young cita algunos esquemas inadaptados propios de este tipo de trastornos, tales como el pensamiento de que siempre se estará solo, nunca podré contar con nadie, no puedo valerme por mi mismo, debo someter mis deseos a los demás para que no me abandonen, la gente me hará daño, se aprovechará de mí, tengo que protegerme, no puedo controlarme o ser disciplinado, soy una mala persona que merece ser castigada, nadie me va a satisfacer y cuidar de mí. La activación de estos esquemas cognitivos provocará fuertes respuestas emocionales y conductas problemáticas.
Así Linechan (citado por Guerrero), organiza como módulos básicos de formación de habilidades en trastornos de personalidad límites las habilidades básicas de convivencia, las habilidades de efectividad interpersonal, las habilidades de regulación de emociones y las habilidades de tolerancia al malestar.
El trabajo con los síntomas (emocionales, cognitivos, somáticos, conductuales) y con el origen de los mismos, es una tarea de mucha sensibilidad y tacto, ya que mientras algunos sujetos con síntomas abandónicos lo atribuyen todo a su infancia y circunstancias, otros en cambio casi se hacen culpables de todo lo que les ocurre.
Comprender el origen de la forma de ser de cada sujeto es un paso importante para entenderse y empezar a responsabilizarse de las propias heridas y los propios problemas.
El trabajo me ha ayudado a entender el motivo por el cual muchas personas actúan dañando a otras, movidas por los celos, los miedos o las necesidades de exclusividad y pertencia, así como por el propio rechazo hacía ellas mismas que las lleva a dañarse.
En el caso de mis clientes, he observado resistencias diversas a ocuparse de si mism@s como consecuencia de temores abandónicos, tales como no merecer, no ir a encontrar a nadie, miedo a la soledad, a la propia capacidad de hacerse cargo de uno mismo o de los demás (parejas, hijos).
El punto de encuentro entre las personas sanas y el punto de encuentro con uno mismo, está pues cercano si asumimos nuestros retos personales y buscamos personas afines con quien compartirlos, desde la confianza y el respeto hacía uno mismo y hacía los demás.


 BIBLIOGRAFÍA:

Dufour, D. (2010) La herida del abandono. Obelisco.

Guerra Cid, Luis Raimundo (2006). Este no es un libro de autoayuda. Desclée de Brouwer, Bilbao.

Guerrero Fernández, M.J.(2007). Trastorno límite de la personalidad. Amarú Ediciones. Salamanca.

Guex, Germaine. (1962) La neurosis de abandono. Eudeba. Buenos Aires.

Cuadro de Picasso, Mujer bebedora de Absenta, (1901).
Resultado de imagen de mujer absenta picasso

Comentarios

  1. Hola tengo un caso de una madre que abandono a los dos años a su hijo hoy de 13 que quiere verla , pasar los fines semanas con ella y ha planteado regresar a su casa pero ella no quiere , el niño no tiene derechos? y ella obligaciones? Soy de Uruguay

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  2. No se trata de derechos ni de obligaciones .Es lo muchiíiiisimo que ella puede hacer por su hijo para que tenga una vida feliz, sin traumas . Darle una oportunidad! Es su hijo ! Suerte Anonymous. Estamos contigo!!!

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